Manos que hablan, corazones que sienten…
Ciudad de México, a 24 de julio de 2019
BOLETÍN 63/2019
- Edgar Adame, profesor del IEMS, nos relata su experiencia con alumnos sordos de esta institución.
Edgar Adame es profesor del Instituto de Educación Media Superior (IEMS), plantel Felipe Carrillo Puerto, en la modalidad semiescolar, donde los alumnos son adolescentes, amas de casa, madres solteras, adultos o adultos mayores.
“El fundamento filosófico y pedagógico del Instituto de Educación Media Superior es distinto, tanto de la educación privada como de algunas propuestas de educación pública, específicamente porque trata de construir conocimiento a partir de ejes como: generar sujetos críticos, científicos, y sobre todo, en el ámbito de lo humano, que en algunos modelos educativos no se contempla”, afirma esbozando una sonrisa.
Edgar considera que el IEMS busca formar estudiantes que sepan “saber hacer”, “saber ser” y “saber convivir” en muchos planos de su entorno, tales como el académico, el civil, el político y el humano, pues configura una manera distinta de construir conocimiento para la transformación de la realidad social.
“Aquí en el IEMS hay algo que se llama el problema eje. Al final de los semestres, tanto en la modalidad escolar como la semiescolar, el estudiante debe elegir un problema de su cotidianeidad e investigar, no sólo para generar conocimiento teórico, sino propuestas y alternativas de solución”, señala.
Adame es licenciado en Psicología, y a través de sus clases de Planeación y Organización del Estudio no busca “adoctrinar” a sus alumnos, sino ayudarlos a encontrar sus objetivos profesionales, brindándoles apoyo incondicional para alcanzarlos.
“Enseñar o mostrar parte de lo que hago, generando un ejemplo o una guía; se puede hacer esto, se pueden generar proyectos, se pueden hacer cosas y, básicamente pensar, criticar, cuestionar, sacudir al estudiante, hacer que haga debates, que participe, que cuestione; más que adoctrinar y decirle: tienes que aprovechar estas oportunidades, es preguntarle ¿qué necesitas?, ¿qué quieres?, ¿qué es lo que te interesa?, y no sólo en lo individual, sino en lo colectivo”, apunta.
Con una maestría en Educación, Adame considera que en el IEMS hay valores impartidos que contribuyen a generar mejores seres humanos.
“Yo les digo a mis estudiantes: hay que generar, en conjunto, en el aula, dos cosas: confianza y respeto, y eso no se da, se construye”, comenta entusiasmado.
Cuenta con una formación docente centrada en el aprendizaje, y para él no existe imposición en las aulas del IEMS, sino una cálida invitación a participar en la construcción del conocimiento.
“Hay flexibilidad, hay empatía por parte del docente y por parte del estudiante. No sería tanto como una amistad, sino como un compañero fraterno, que te entiende, es empático; pero también genera acuerdos y esos acuerdos se deben respetar”, argumenta.
El también profesor de Universidad Abierta y Educación a Distancia en la UNAM, señala que el IEMS, al ser una propuesta educativa inclusiva, no realiza examen de admisión a sus aspirantes, lo que permite el ingreso de personas con capacidades diferentes.
“Una vez que tú no haces un examen y haces realidad que se cumpla el artículo tercero constitucional, aquel que dice que el Estado va a proveer educación a quien la solicite, entonces automáticamente te encuentras, y eso te lo contarán igual profesores que han vivido esta modalidad, entran estudiantes con distintas problemáticas, de discapacidades intelectual o psicosocial”, expresa.
Actualmente, Edgar colabora en distintos proyectos para la inclusión de personas con discapacidad sensorial (auditiva y visual) en la educación, pero no fue, sino hasta su encuentro con un joven sordomudo del IEMS, que descubrió su propia discapacidad: la de comunicarse.
“Por mi formación identifiqué que había un problema, y que era interno. Uno se cuestiona muchas cosas, y entonces, de lo que me di cuenta, por ejemplo en la persona sorda, tengo este encuentro, y lo que genera en mí es impotencia, frustración, y descubro mi discapacidad para comunicarme”, comparte con tristeza.
A partir de este momento, Edgar tomó una decisión que no sólo resuelve su problemática de comunicación con el alumno sordo, sino que le brinda una perspectiva profunda de la vida.
“Fue el primer estudiante que ingresó, me comunicaba como podía, escribiendo en un inicio, le decía ¿me puedes enseñar? para que yo pueda comunicarme, porque yo ya estaba previniendo que en sexto (como yo lo retomo por la asignatura que doy Planeación y Organización del Estudio en los primeros dos semestres, pero los retomo en quinto y en sexto para que hagan su proyecto de investigación), entonces le dije: Ahorita va a ser difícil, vamos a tratar de solventarlo de alguna manera, pero esa fue mi convicción, y entonces empecé a buscar instituciones con él, para que me enseñara; me acerqué a distintos lugares y personas porque así es como acontece, que dan cursos, dan cursos de señas a personas oyentes (como se les dice a quienes hablan desde la cultura sorda); y personas sordas que dan clases. Entonces yo siempre me acerqué a las personas sordas para tomar los cursos porque pues son quienes dominan la lengua”, enfatiza.
En su deseo por aprender la lengua de señas, Edgar se enfrenta con un obstáculo aún mayor…
“En esta búsqueda identifiqué que no hay una institución como tal, como cuando tú te quieres formar en una lengua extranjera, quieres estudiar alemán, inglés, pues no lo hay. No había en ese momento una academia, un espacio en donde puedas tener tu constancia y tu certificación, como lo hay para otras lenguas. Entonces descubrir también que hay toda una problemática a nivel nacional en cuanto a la certificación de intérpretes. Sólo hay cuarenta y tantos, por no dar un número impreciso, de intérpretes certificados”, expresa preocupado.
En 2018, como parte de las propuestas del nuevo gobierno, el DIF y la Secretaria de Desarrollo Social, firmaron un convenio que da origen a la tan esperada Academia de Lengua de Señas Mexicana.
“Esta propuesta nace con la nueva administración, con el nuevo gobierno, y lo que proponen ante esta necesidad de que haya intérpretes, porque es una problemática constante que tienen los estudiantes, que tienen los padres de familia, que tienen las personas sordas, para acceder a la información”.
De acuerdo con Adame, dicha institución cuenta con un mapa curricular preciso, un plan de estudios específico, y un tiempo de duración determinado.
“Pero sí hay una estructura, que son cuatro cursos, es una formación como intérprete en un lapso de dos años, con cuatro módulos, de seis meses cada uno. El primer módulo es el básico; el segundo modulo es intermedio; el tercer módulo es el avanzado, y el cuarto intérprete o laboratorio de señas”, comenta.
Según Adame, la lengua de señas es tan diverso, que presenta inconvenientes que deben atenderse a la brevedad.
“Hay lengua de señas en cada uno de los países, y dentro de la lengua de señas mexicanas, hay regionalismos; entonces, la lengua de señas mexicana va a ser distinta o algunas señas van a cambiar, dependiendo del estado. Las señas son distintas, o algunas son distintas en Monterrey, Guadalajara, en Oaxaca o en Yucatán”, asegura.
Edgar Adame revela que el Instituto de Educación Media Superior, plantel Felipe Carrillo Puerto, es el único en la ciudad en contar con profesores sordos con experiencia en impartir clases de lengua de señas mexicana; y que cada grupo genera sus propias señas, lo que ocasiona confusión y desconcierto.
“Incluso aquí, en el aula, los estudiantes generan una seña para un concepto; y el otro grupo está generando otra seña; y eso dificulta, si no se divulga esa información con el resto de la comunidad, un conflicto”, afirma.
Para solucionar este problema, Adame propuso un plan sencillo pero efectivo…
“Entonces llegamos al acuerdo de respetar. Respetamos la seña que generó el otro grupo, pero la compartimos. Y yo lo que he hecho, pues es aprender todas las señas como se vayan generando, para tener un acervo mucho mayor”, asevera.
Argumenta que esta lengua no sólo es complejo por los regionalismos o las nuevas señas que cada individuo pueda inventar, sino por otros factores igualmente decisivos…
“Porque la lengua de señas se compone no sólo de las señas. Hay una configuración: el queirema, que es la forma de la mano; un toponema que es la zona en la que voy a ubicar esa configuración; y un kinema que es un movimiento; pero también la lengua de señas es gestual, porque si una seña no lleva un gesto va a tener otro significado”, apunta.
Adame no sólo nos compartió el alfabeto de la lengua de señas empleando el queirema, toponema y kinema; sino también un emotivo mensaje en un idioma donde las manos hablan, expresan y son dueñas de una voz tan silenciosa como expresiva. “Quiero agradecer enormemente a la escuela del IEMS porque hace tiempo yo estudié aquí la preparatoria…Aprendí a saber ser, a saber compartir en el salón, a trabajar en equipo, a ayudar a mis amigos, a mis amigas, a mi familia, a mis compañeros…Muchas gracias a la escuela IEMS porque eso me hizo ser una persona profesional”, finaliza mientras mueve sus manos, dejando hablar al corazón.
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Lic. Renato Dávalos López
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Lic. Jazmín Hernández Álvarez
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Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México.