LA PINTURA EN LA FRANJA INDEPENDENTISTA

Publicado el 08 Septiembre 2021
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• Nueva sesión del “Seminario México Tenochtitlan, Siete Siglos de Historia”, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI). Los momentos que reflejaron en el siglo XIX y principios del XX el movimiento de Independencia y sus repercusiones sociales fueron analizados por los doctores Dafne Cruz Porchini y Renato González Mello, ambos del Instituto de Investigaciones Estéticas, de la (IIE-UNAM) en la sesión semanal del “Seminario México Tenochtitlan, Siete Siglos de Historia”, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI).

En la bienvenida, el subsecretario de Educación, Uladimir Valdez Pereznuñez y moderador del encuentro, expuso que en el marco de las conmemoraciones este año también se cumple el primer centenario de la creación de la Secretaría de Educación Pública, cuyo edificio es uno de los más emblemáticos en el tema del muralismo. Con el título de “La pintura de la Independencia”, el doctor González Mello dijo en su intervención que la figura de Miguel Hidalgo, a finales del siglo XIX y principios del XX, es una de las más emblemáticas en el proceso histórico independentista.

“Uno de los elementos consiste precisamente en descubrir cómo la figura del héroe o del caudillo resume algunas de las ideas históricas gestadas en algún momento predeterminado”. Doctor en Historia del Arte por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, explicó que no hay retratos documentados de Miguel Hidalgo. “Se trataba de una época en la que no había facilidad de generación de imágenes como ahora; y un retrato era algo que no tenía toda la gente”. “La imagen de Hidalgo cambia a lo largo del siglo XIX; no obstante, se establece en el XX, definida como la de un hombre de edad avanzada, pelo blanco y escaso. Se halla de pie, y viste de negro”.

Lo anterior, subrayó, se puede ver claramente en un cuadro de Joaquín Ramírez, titulado “Retrato del benemérito de la patria. General D. Miguel Hidalgo”. El retrato, dijo, presenta a un personaje con muchos atributos de autoridad, mostrándolo como el constructor de un Estado, y no el líder de una insurrección popular. En torno a la obra de José Inés Tovilla, de 1912, titulada “Miguel Hidalgo”, reveló que no se conoce mucho ni del cuadro, ni de su autor. “Es una versión del cuadro de Joaquín Ramírez, pero se va al extremo, tras presentar una imagen totalmente pacificada, como si hubiera sobrevivido a su propia historia, y en su vejez”.

El también integrante del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), sostuvo que la obra “Hidalgo, fuerzas tenebrosas” y “El carnaval de las ideologías”, de José Clemente Orozco, y actualmente en la escalera del Palacio de Gobierno de Jalisco, en Guadalajara, es realmente una de sus obras más importantes. “Ha sido objeto de polémicas muy nutridas, pues algunos han señalado que se observa un carácter declamatorio de un lado, y críticas a la política estalinista, en el otro”. Docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, detalló que, en este mural, Hidalgo aparece como una figura ambivalente: dirigente popular, pero también como un mesías libertador. Ex director del IIE, afirmó que la pintura mural independista, considerada como de historia, no es un tema relevante para los artistas al inicio del movimiento muralista.

“La Independencia no es un tema tan frecuentado al principio. Se va a volver muy importante, pero hasta años después”. La doctora en Historia del Arte, Cruz Porchini, apuntó que la Independencia ha derivado en múltiples manifestaciones artísticas y se ha convertido en una parte fundamental de la narrativa visual del país con un carácter consagratorio. Al respecto, indicó que un nuevo comienzo lo marcaron las fiestas del centenario independista de 1910.

Posteriormente, la cultura postrevolucionaria formaría parte de este legado cívico y heroico de los integrantes de la gesta que lo adaptaron a sus propios fines ideológicos. Se hizo énfasis en la figura de Hidalgo porque ha sido de las más abundantes en el conjunto de imágenes producidas.

Se le ha visto como una dimensión beligerante, como si hubiese sido un símbolo de la libertad política, aunque también se ha perfilado como un elemento indisoluble de nuestro pasado revolucionario y, por ende, de la nación mexicana. Los pintores en el periodo postrevolucionario, especificó, citaron diversos pasajes de la gesta independentista. En este sentido, recordó, como su colega el doctor González Mello, el tema de la independencia y sus héroes aparecieron paulatinamente en el muralismo. Al respecto, refirió que Fermín Revueltas, quien pintó “El Congreso de Apatzingán” y “El fusilamiento de Gertrudis Bocanegra”, a diferencia de otros contemporáneos, recurrió a imágenes de gran formato y conformó un díptico para la Universidad Michoacana con una de las obras citadas.

Estudiosa del arte moderno mexicano y su relación con la política y la diplomacia cultural, entre otras líneas, también habló de David Alfaro Siqueiros, del que dijo no haber sido muy adepto a pintar figuras de la Independencia, tanto en mural como en caballete. Cuenta con una obra realizada por encargo en 1953, “El fusilamiento y excomunión de Hidalgo”, para conmemorar el bicentenario del natalicio de Hidalgo, un cuadro particular por enlazar de manera especial el pasado y el presente.

En el mural “De la Conquista a 1930” de Diego Rivera, la especialista señaló que se extrae una connotación de orden social y la idea independentista se ancla con una revolución agraria que antecedió las demandas de la Revolución. En esas imágenes, en la lucha se observa una deuda de legitimidad histórica, lo que fue utilizado por el muralismo en varias ocasiones.

Coincidió con el doctor González Mello en que hicieron falta varias representaciones de mujeres de la Independencia; de Leona Vicario y Josefa Ortiz, por ejemplo, se conocen muy pocas.

Faltó atender en el imaginario artístico del siglo XIX y después en el de la postrevolución a otros personajes, pues la figura de Hidalgo fue la que más se tomó en cuenta, y en mucho menor medida, a José María Morelos y Pavón, expuso.

A pesar de que los propios artistas llegaban a convertirse en agentes políticos, las personas que comisionaban la realización de murales no siempre quedaban satisfechas del todo con excepciones pues hubo relaciones afortunadas, algo que refleja la tensión.