LA HISTORIA DEL IPN Y LAS MOVILIZACIONES SOCIALES

Publicado el 23 Septiembre 2022
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• Nueva sesión del Seminario Movimientos Sociales CDMX Siglos XX y XXI, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), que en esta ocasión tuvo como tema las luchas por la autonomía y el proyecto del IPN

Con un recuento de la historia del Instituto Politécnico Nacional (IPN), sus vínculos e identidades con grandes movilizaciones a lo largo del siglo XX y las condiciones de su nacimiento y desarrollo posterior, continuó el Seminario Movimientos Sociales CDMX Siglos XX y XXI, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI).

Con el tema sobre las luchas politécnicas participó el doctor José René Rivas Ontiveros, de la FES Aragón-UNAM, institución de la que es profesor e investigador en el área de comunicación y periodismo.

El doctor en Ciencias Políticas por la UNAM indicó que darle la autonomía plena a la Universidad llevó al Estado a crear una institución educativa que lo apoyara en su proyecto revolucionario. De ahí, el interés por crear una instrucción de carácter técnico. Así fue que 1936 empezó a gestarse el Instituto Politécnico Nacional (IPN) durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas.

La nueva institución tendría una conformación distinta a la de la Universidad, que se encontraba, dijo, en manos de la corriente positivista, de la derecha.

Lo anterior quedaba ilustrado con la composición del alumnado politécnico: 24 por ciento por hijos de obreros, campesinos y artesanos; 31 por ciento eran hijos de empleados, oficiales del Estado y particulares; 14 por ciento por hijos de comerciantes, comisionistas, agricultores y ganaderos; 10 por ciento de amas de casa y tres por ciento de hijos de domésticas y mozos. “Era una población eminentemente de origen popular”, subrayó Rivas Ontiveros.

A la conclusión de la gestión de Cárdenas y la llegada al poder del presidente Manuel Ávila Camacho, el IPN, que había sido considerado una institución del Estado, comenzó a tener una suerte diferente, algo que se complementó cuando el Estado retomó el proyecto de la Universidad, a principios de los años cuarenta.

“El 6 de enero de 1945, en la Universidad se aprobó una nueva ley orgánica, aún vigente. A partir de ese momento se rescató a la Universidad de las fuerzas de la derecha, dándose así la etapa de oro en las relaciones entre la Universidad y el Estado, momento también en el que el Politécnico paulatinamente comenzó a ser relegado”, describió.

En 1956, especificó, estalló lo que fue la segunda huelga politécnica en demanda de la aprobación de una ley orgánica que reconociera la importancia de la institución. Tras 70 días, el paro resultó victorioso en un principio, pues residió en la solicitud de renuncia de un director, el compromiso de la ley orgánica y la edificación de una serie de edificios y de la ciudad politécnica, que se concretó después como la Unidad Zacatenco.

Después de una campaña de acciones del ejército en contra de un internado del IPN, que era visto por el gobierno como un centro de agitación, en septiembre de 1956 las fuerzas armadas tomaron por asalto el espacio y expulsaron a los internos. Fue la primera ocasión en la que el gobierno, en este caso el de Adolfo Ruiz Cortines, usó al ejército contra un movimiento estudiantil.

“Se observa que el golpeteo contra la manifestación popular era sistemático a partir del gobierno de Manuel Ávila Camacho; Miguel Alemán no se quedó atrás ni tampoco Ruiz Cortines”.

La posterior unificación de estudiantes de la Universidad y del Politécnico fue vista por el gobierno como peligrosa. Pero estos estudiantes se unieron también a movimientos obreros como los de vallejistas, del magisterio, telegrafistas y petroleros, entre otros.

Para Rivas Ontiveros, el IPN, por el que profesa admiración y cariño por la gran valentía y dignidad que mostraron sus estudiantes en el movimiento del 68, tuvo la característica de que sus integrantes siempre, subrayó, estuvieron al frente de las grandes movilizaciones.

Ahí, surgió la idea de conformar el Consejo Nacional de Huelga y del pliego petitorio, de llevar a cabo un diálogo público, pero también emergió gente como Raúl Álvarez Garín, uno de los grandes dirigentes de ese movimiento.

Por su parte, en su ponencia “Movimientos estudiantiles: la lucha por la autonomía de la Universidad Nacional de México”, el doctor Héctor Torres Lima, de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, señaló que su planteamiento retórico consiste en que la acción masiva de 1929 por los estudiantes universitarios fue, antes que nada, un movimiento social identitario que recurrió a acciones colectivas contra el poder impuesto que buscaba promover una construcción independiente de la acción política institucional del gobierno mexicano.

La primera característica del movimiento estudiantil por la autonomía de la Universidad Nacional de México, dijo, fue un proceso de reconstitución de una identidad colectiva fuera del ámbito de la política institucional; se dotó de sentido a la acción individual y colectiva.

Con más de 25 publicaciones en revistas científicas, especialmente en materia de Educación y Comunicación Educativa, detalló que la autonomía surgió: por la independencia de la universidad con respecto al gobierno, la autonomía presupuestaria, legislación sobre asuntos propios, elección de funcionarios, nombramiento y relevo del personal académico, elaboración propia de los planes de estudios, libertad de cátedra, y presupuesto propio.

Torres Lima aseveró que la lucha incluyó protestas públicas contra la intervención de instancias políticas en la Universidad, como la Secretaría de Educación Pública (SEP), la presidencia y la policía.

El también docente en la FES Acatlán explicó que mientras que un movimiento social se caracteriza por la activación de la sociedad mediante un grupo de ciudadanos que intentan promover la transformación del orden social, la huelga es una forma de activar la toma de una decisión por los universitarios para transformar a la Universidad y al orden social impuesto.