LA HISTORIA DE ANDRÉS SANCHEZ, UN EGRESADO DEL IEMS CON DISTINCIÓN MUNDIAL EN LA ROBÓTICA

Publicado el 30 Enero 2020
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• Este joven que estudió en el IEMS Bernardino Sahagún ha participado en varias olimpiadas en este ámbito, donde ha llegado a ser el mejor del continente americano

Andrés González Sánchez es un joven de 19 años que a partir de su entrada al Instituto de Educación Media Superior (IEMS) Bernardino de Sahagún se sumergió en el mundo de la robótica, en donde hoy es distinguido como un competidor de los mundiales de robótica, donde ha llegado a ser el mejor del continente americano.

A la edad de 15 años se incorporó al taller respectivo por sugerencia de su profesora de computación, a tan solo unos meses de haber ingresado al IEMS. Pocos fueron los compañeros que se animaron a tomarlo. Nunca antes había tenido un acercamiento con este ámbito y con tan sólo una semana de haberlo cursado, Andrés se dio cuenta que era su pasión.

A partir de ese momento empezaría un largo y triunfante camino en el mundo de los robots. Poco después de cursar su taller se enteró de la olimpiada WRO (World Robot Olympiad-Olimpiada Mundial de Robótica) por lo que decidió formar un equipo, inscribirse y prepararse para participar en este evento.

Es importante mencionar que la World Robot Olympiad (WRO) es una organización sin fines de lucro que tiene por objetivo la promoción y difusión de la robótica en la educación STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics-Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en estudiantes de todo el mundo.

Para poder representar al IEMS en la olimpiada, primero tuvo que clasificar en la competencia interna del Instituto, pasando en primer lugar

junto con otros equipos de los distintos IEMS de la CDMX. A pesar de tener un kit muy básico en el plantel Bernardino de Sahagún, Andrés y su compañera consiguieron piezas por Internet y aprendiendo también con tutoriales de video.

Una vez logrado ese paso, Andrés participó en las competencias regionales que se llevaron a cabo en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Estado de México. Ahí obtuvo su pase a las nacionales. Nos cuenta su experiencia.

“En esa competencia regional había equipos muy experimentados, eran la mayoría escuelas de paga en esa ocasión, y pues la verdad cuando yo llegué al Tec de Monterrey empecé a ver a los demás equipos uniformados y de escuelas muy grandes. Eso te intimida un poco porque dices: son equipos que a lo mejor son muy fuertes y uno ve sus robots y el simple diseño del robot es impactante”.

A pesar de la intimidación inicial, Andrés no se rindió. Con su compañera dieron su mejor esfuerzo logrando un segundo lugar, el cual los llevó a las nacionales en Monterrey, Nuevo León.

Ahí el nivel era mucho más alto y aunque tuvieron tres meses de preparación y entrenamiento, los resultados no fueron los esperados, pues quedaron en séptima posición y no clasificaron al mundial. Sin embargo, Andrés no se dio por vencido y decidió prepararse más en programación para obtener una mejor posición en la siguiente olimpiada.

“En esa nacional solamente los mejores tres equipos iban a representar a México en la India”.

La familia de Andrés fue la más orgullosa y feliz, siempre tuvo su apoyo y la constante preocupación por su desempeño. A pesar de su derrota, los padres le expresaron su alegría. “Me dijeron que estaban muy orgullosos y que todos estaban muy contentos por nuestra participación y que todo conocimiento y toda experiencia es buena, así que yo me prometí que en algún momento yo iba a ir a algún mundial”.

En 2017 tuvo una nueva compañera y comenzaron a prepararse para la competencia interna del IEMS de ese año. Nuevamente logró clasificar a la WRO en la etapa regional esta vez en la ciudad de Puebla. A pesar de que ya tenía más experiencia por el año anterior, Andrés seguía con nerviosismo y más aún porque en esa regional había dos equipos que ya habían ido al mundial. Esta vez, obtuvo el tercer lugar con lo que consiguió su pase a las nacionales que fueron nuevamente en la ciudad de Monterrey.

Con tres meses de entrenamiento para la nacional, Andrés y su compañera estaban muy preparados y con una gran zozobra. Dentro de la competencia nacional se enfrentaron a otro reto, pues no contaban con un equipo adecuado para la programación del robot, lo que propició que fueran descalificados de una de las tres rondas principales. A pesar de esto, y para su sorpresa, Andrés y su compañera obtuvieron una buena calificación y pasaron a la ronda final, en la que consiguieron el primer lugar y el boleto al Mundial en Costa Rica.

Andrés regresó a casa victorioso, aún con dos meses para poder prepararse para su primera competencia a nivel internacional. Sin embargo, el 19 de septiembre un sismo cimbró la capital y afectó gravemente la alcaldía de Xochimilco, entre otras, e inhabilitó el IEMS Bernardino de Sahagún durante semanas. Por ello, el equipo no tuvo las herramientas para continuar la capacitación.

“En ese WRO pudo acompañarme mi papá y mi hermano. Entonces estábamos muy ansiosos de vivir esa experiencia porque era la primera vez que cualquiera de nosotros salía del país y pues estábamos fascinados. Uno se sorprende muchísimo porque ve a los equipos de Nigeria, a las personas de los Emiratos Árabes Unidos, el equipo de Rusia, los equipos Coreanos”.

Aquí es donde Andrés tuvo una nueva complicación, porque las condiciones del lugar en el que fue el Mundial lo orillaron a modificar los sensores de su robot.

“Regresamos al hotel y traté de modificar lo más que podía algunos valores y parámetros sobre los rangos de luz. A día siguiente, participamos y pudimos hacer algunos puntajes, pero en ese momento vimos que pesó mucho el poco tiempo que tuvimos para practicar. Fue una experiencia muy bonita y de verdad que ahí aprendí mucho de muchos equipos, son equipos que están en otro nivel, los más fuertes eran de Europa. Aprendí mucho con solo verlos y la experiencia fue lo mejor que me llevé de ese año”.

Andrés regresó a la escuela, y continuó preparándose para el próximo reto, esta vez en el 2018, pero ese año no representaría al IEMS, además de que nuevamente se encontraba solo y necesitaba un equipo. Tomó la decisión de armarlo con sus dos hermanos y un primo asegurándose de que cumplieran todas las reglas. Con el conocimiento y experiencia que Andrés ya había adquirido en las competencias pasadas, se convirtió en el profesor de su equipo y les transmitió todo lo que sabía.

Esta vez, la familia ayudó para que pudieran ir a las regionales en Guanajuato. El padre de Andrés, se encargó fundamentalmente de los gastos. Ahí lograron un segundo lugar que los llevó a las nacionales, que serían tres meses después en la ciudad de Aguascalientes.

Entre la regional y la nacional, la familia de Andrés tuvo tiempo de juntar dinero para cubrir los gastos de transporte y hospedaje, además de la preparación para el torneo. Como ahora sus compañeros fueron su familia, hubo un mejor entendimiento y una mejor preparación que nunca antes. El resultado fue un tercer lugar y nuevamente el pase al WRO que se disputó en Tailandia.

“Es muy importante mencionar que en las competencias de WRO en cualquier categoría, el primer lugar recibe una gran ayuda por parte de la organización y en la mayoría de los casos les pagan sus boletos de avión y parte del hospedaje. Esa vez que ganamos el tercer lugar y el pase al mundial de Tailandia solamente teníamos el pase, pero no los recursos para ir”.

Andrés y su familia tuvieron que botear en diferentes secretarías para juntar lo suficiente para su viaje. No obstante, el dinero que acumularon aun no les alcanzaba y, al mismo tiempo que seguían buscando recursos, tenían que prepararse para la competencia, lo cual describe Andrés como un proceso muy desgastante.

“Faltando menos de una semana para la competencia mundial, tuvimos el apoyo de la SEP ir a Tailandia y nos ayudaron con los boletos. El Senado nos apoyó para los viáticos y parte del hospedaje”.

En esta competencia mundial Andrés y su equipo contaban con más recursos y experiencia para resolver los inconvenientes. Los primeros tres días de competencia, lograron buenos resultados, y aunque no ganaron el mundial se colocaron como el equipo número uno del continente americano.

Después de participar tres veces seguidas en la WRO, en 2019 Andrés llega al límite de edad y se inscribe por última vez a la competencia y en esta ocasión solo con uno de sus hermanos. Fueron a las regionales en Guanajuato y gracias a su gran esfuerzo y perseverancia lograron por primera vez ganar el primer lugar en la etapa regional.

“Avanzamos a la etapa nacional que por esta vez era la última del equipo unido. Fue en Toluca, estábamos preocupados porque al unirse muchos países al mundial se cambiaron las reglas y en lugar de clasificar los primeros tres lugares, esta vez solo iba ir un equipo a la competencia mundial. Aunque estábamos muy preparados sabíamos que no podíamos cometer errores”.

Alrededor de 20 equipos participaron en esta nacional. El equipo de Andrés y el de una escuela se estaban disputando el primer puesto. Ya en la recta final, una sorpresa sacudió al equipo. El comité organizador les informó que no sería uno, sino dos los equipos que podrían clasificar al mundial. Esto último fue una motivación, pues ahora tenía más posibilidades de clasificar.

Finalmente obtuvieron la segunda posición que los clasificó al Mundial de Hungría por tercera vez consecutiva. Tuvieron menos tiempo para entrenar y también menos tiempo para juntar recursos para su viaje.

“Fue el ingeniero Rafael Muñoz quien nos apoyó. Se contactó con nosotros porque salió una nota de nosotros en el periódico, entonces él la vio y dijo que le interesaba apoyar. Tres días antes nos dijo que ya tenía los boletos y estábamos muy contentos. Y solo lo conocimos cuando nos fue a despedir al aeropuerto y nos dijo que pasara lo que pasara nosotros ya éramos un orgullo”.

Ya en Hungría tuvieron complicaciones con su robot, pues Andrés y su hermano lo rediseñaron y no lo programaron al cien por ciento. Aunque en sus primeros días tuvieron buenos resultados, en la última ronda, Andrés tuvo un fallo con el robot, lo que hizo que el equipo no sumará puntos en esa ocasión.

Nuevamente fueron sorprendidos por un cambio de reglas, pues el comité organizador le dio un giro a dinámica tradicional, obligando a los equipos a improvisar, lo cual benefició a Andrés y a su hermano. Pero debido al último error, el equipo sólo logró llegar a la mitad de la tabla de posiciones, lo que ocasionó la derrota en su último mundial.

“La experiencia es lo más importante que me llevo de estas competencias. Sé que di todo me esfuerzo y no me arrepiento de nada. Le agradezco mucho a mi familia, a mi mamá y a mi papá que siempre estuvieron ahí y pienso en mis hermanos a la hora de competir. Este esfuerzo es por ellos y por nadie más”.

La historia de Andrés Sánchez no sería posible sin el apoyo que recibió desde su llegada al Instituto de Educación Media Superior (IEMS). Ahora le espera un exitoso camino en la carrera de Ingeniería Mecatrónica y, por el momento, no hay otra competencia en puerta.

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