AUMENTA LA PRECARIEDAD LABORAL POR LA PANDEMIA

Publicado el 27 Septiembre 2022
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• Nueva sesión del grupo de trabajo Pobreza, Desigualdad y Políticas de Inclusión Social de la Red ECOs de la SECTEI, con el tema “Precarización social e informalidad laboral: tendencias estructurales y efectos de la pandemia”.

Los especialistas que debatieron sobre “Precarización social e informalidad laboral: tendencias estructurales y efectos de la pandemia”, detallaron los efectos derivados, entre otros, de la contingencia sanitaria que incidieron en términos desfavorables en las condiciones laborales de la ciudad y del país en su conjunto.

El encuentro, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), contó con la presencia de la doctora y moderadora Alicia Ziccardi, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM; la doctora y ponente Lucía Álvarez, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.

Además, el maestro y presentador Pablo Yanes, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); y el comentarista Gabriel Badillo, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la UNAM.

En su ponencia, la doctora Álvarez Enríquez, expuso que, en términos de la estructura económica y del mercado del trabajo, ha habido un incremento de informalidad laboral en cuanto a número de personas, establecimientos y empleos precarios.

Una constante, añadió, es la alta proporción del personal ocupado, concentrado en la Zona Metropolitana Del Valle de México (ZMVM).

“En 2005, la población ocupada en la ZMVM representaba alrededor de la quinta parte del total, mientras que en 2015 correspondió a 8 millones 715 mil 882 personas ocupadas y, pese a la disminución, sigue siendo el mercado de trabajo más grande del país”.

Entre 2018 y 2020, de acuerdo con los sectores económicos, el sector primario era claramente el más compacto y representó menos del uno por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) en la ZMVM; en tanto, la relación entre el sector secundario y terciario fue de un 20 y 80 por ciento constante a lo largo de los trimestres.

“En el caso de las personas que trabajan y no reciben remuneración, la proporción de mujeres es más elevada que la de hombres”.

La precariedad laboral, explicó, es un fenómeno de carácter multidimensional que afecta las condiciones de los empleos; en otras ocasiones, subrayó, remite a vivencias de fracaso profesional experimentadas al no encontrar una ocupación que correspondan a sus años de formación o al sentimiento de incertidumbre que padecen quienes trabajan sin seguridad laboral ni social.

El índice de precariedad laboral, a partir de indicadores de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2018, 2019 y 2020, se determina en tres categorías: alta, media y baja.

La población ocupada en la ZMVM alcanzó los 9.4 millones en 2018; 9.5 en 2019 y descendió a 7.8 en 2020.

A nivel nacional, los datos del tercer trimestre de 2020 pusieron de relieve los efectos de la crisis sanitaria que afectó el empleo y que se vieron reflejados en el número de personas que perdieron su trabajo.

“La población ocupada pasó de 55.7 millones en 2019 a 51.5 en 2020. Los cambios revelaron una disminución de 4.2 millones de personas a nivel nacional, mientras que en la ZMVM la pérdida fue de 1.6 millones de empleos”.

La doctora Álvarez Enríquez también detalló que son tres los indicadores de precariedad laboral: personas trabajadoras subordinadas remuneradas, trabajadoras por cuenta propia y empleadoras.

“El grupo de las primeras concentra el mayor porcentaje de la ocupación, tanto a nivel nacional como en la ZMVM, seguida de las quienes laboran por por su cuenta y las empleadoras”.

Las estimaciones obtenidas con base en los datos correspondientes al tercer trimestre de 2019 para la ZMVM, precisó, muestran que las personas trabajadoras subordinadas representaban el 71.6 por ciento de las personas ocupadas; las personas que trabajan por su cuenta era el 21.5 por ciento y las personas empleadoras 4.5 por ciento. A nivel nacional, estos porcentajes fueron de 67.6 por ciento, 22.4 y 4.8, respectivamente.

Al día de hoy, agregó la doctora Álvarez, son innegables los avances legales y de reconocimiento de derechos de las personas trabajadoras en estos últimos años; y con el fin de poner en práctica las nuevas disposiciones y el ejercicio de los derechos, se han generado instrumentos, instituciones y normativas específicas orientadas a darles viabilidad.

La propia CEPAL y el Gobierno de la Ciudad de México han reconocido las grandes afectaciones que la pandemia ha provocado en el empleo y nivel de vida de la población, dijo.

La investigadora del CEIICH añadió que pese que en México y en la capital se han registrado ciertos periodos de recuperación económica, de algunos tipos de empleo y de cierta disminución de la pobreza laboral, lo que se observa en los últimos dos años es un aumento en las condiciones de precariedad laboral y de la informalidad del empleo.

El estudio que se hizo para el trabajo que presentó la doctora Álvarez en la sesión muestra que entre 2018 y 2020 hubo una notable disminución de la población ocupada que se manifiesta en el trabajo formal e informal.

Una de las conclusiones que presentó la especialista, es que una tendencia que se ha acentuado como efecto de la contingencia sanitaria es la disminución de la población ocupada de la ZMVM en 1.6 millones de empleos, así como la disminución de la participación femenina en el empleo en la misma zona.

El investigador Gabriel Badillo González subrayó que la pandemia causó una situación inédita en los mercados laborables y uno de ellos es el de la precarización del trabajo.

En su intervención, Pablo Yunes, de la CEPAL, externó que hace falta una reflexión más a fondo sobre el papel que juega el empleo público. “Una paradoja, el empleo más protegido fue este, el público, porque hubo hasta crecimiento de la contratación”.

En su momento, la doctora Alicia Ziccardi indicó que estudios realizados por el IIS dejan al descubierto que la pobreza se había incrementado desde 2016 y “se amplificó con la pandemia”.