MANTENER A RAYA LA ANSIEDAD EVITARÁ TRASTORNOS COMO LA DEPRESIÓN

Publicado el 12 Mayo 2020
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• Las personas previamente diagnosticadas con ansiedad posiblemente tengan una recaída o una exacerbación del problema durante el confinamiento

En un estado de confinamiento es frecuente que una persona se sienta ansiosa, sobre todo, si no está acostumbrada a permanecer muchos días en el mismo lugar. Es necesario entender que la ansiedad presenta grados de gravedad, si es muy leve o transitoria es normal, pero si se incrementa puede convertirse en un problema serio.

Al principio, el aislamiento puede parecer un descanso, luego se puede volver una insatisfacción, si se mantiene el deseo de que las cosas cambien, pero al saber que las circunstancias no pueden modificarse, aparecen la frustración y la desesperación; posteriormente, la persona puede perder la capacidad de reaccionar o, por el contrario, experimentar irritabilidad (enojo) o ansiedad.

El doctor Benjamín Guerrero López, titular de la Coordinación Clínica del Programa de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó que en el contexto del actual confinamiento que viven los mexicanos y los ciudadanos del mundo por la pandemia sanitaria provocada por el virus SARS-CoV-2, la ansiedad es la respuesta de un individuo al sentirse paralizado y con incertidumbre por lo que comienza a dispararse en el cerebro el sistema de alarma.

Para reducir o evitarla existen medidas cognitivas como pensar que las cosas estarán mejor, hacer mindfulness; también hay elementos conductuales para hacerle frente, como realizar cosas satisfactorias, hacer ejercicios de relajación, administrar el consumo de noticias para no generar tensión, llevar a cabo ciertas rutinas, etcétera, así como medidas farmacológicas, que van desde sustancias derivadas de plantas como valeriana hasta medicamentos ansiolíticos indicados por un profesional, apuntó el psiquiatra de formación.

En la actual condición, dijo Guerrero López, se puede advertir la presencia de varias etapas que actúan de manera diferente. En una primera fase apareció el miedo al contagio, de lo que iba a pasar, del tiempo que llevaría, de pensar en los infectados que habría; es decir, un desconcierto que provocaba más que ansiedad, temor, sobre todo por el riesgo que significaba para aquellas personas con un cuadro previo de ansiedad por la posibilidad de tener una recaída.

Durante la reclusión ha aumentado el miedo por tener familiares más vulnerables a las consecuencias negativas de la infección, sea por su edad o por padecer enfermedades crónicas.

Sin embargo, el mismo encierro genera una situación de tensión, estrés, que puede llevar a un sentimiento de vulnerabilidad, lo que hace que las personas sean más propensas a generar ansiedad.

Y una tercera etapa, dijo el especialista, “será cuando ya se acabe el confinamiento y aparezcan las repercusiones: desempleo, deterioro económico, la pérdida de algún familiar, elementos que van a influir en el desarrollo de problemas de ansiedad”.

Podría ser un proceso más largo para las personas que previamente fueron diagnosticadas con el trastorno y que ahora experimentan una recaída o una exacerbación del problema, pero un porcentaje de sujetos que están dentro de los grupos vulnerables, o tengan vulnerabilidad social y económica, probablemente tendrán problemas de ansiedad transitorios, lo que los expertos llaman reacciones de ajuste para trastornos adaptativos, que podrían durar unas semanas o meses y remitir.

Ansiedad y angustia son dos términos que en salud mental se utilizan de forma frecuente, aunque especialistas hacen una distinción.

Por ansiedad se refieren más a condiciones de inquietud, aprensión, inseguridad, preocupación, adelantarse de forma negativa a las cosas. Mientras, para la angustia se toman en cuenta los síntomas físicos como la opresión en el pecho, la falta de aire, la sensación de inquietud y temor, aunque para otros especialistas no hay distinción.

Otro de los factores que agudizan el problema es el estrés, la existencia de un elemento estresante. Estar en una situación así, provoca una tensión que, de mantenerse, hace que se acentúe el estado de ansiedad. Benjamín Guerrero comentó que se sabe por varios estudios que, como consecuencia de tener un cuadro de ansiedad o de trastornos adaptativos prolongados, puede conducir al desarrollo de un trastorno depresivo.

“Personas que tienen un trastorno obsesivo-compulsivo, o las que denominamos hipocondriacas, pueden tener un incremento en su ansiedad por miedo a enfermarse, por ejemplo.

“Aunque también individuos que van reportando ansiedad mayor están en posibilidades de otras conductas compensatorias, como aumentar el consumo de alcohol, de medicamentos tranquilizantes y de otras drogas; generar irritabilidad también, lo cual podría llevar a discusiones y violencia, así como presentar trastornos del sueño; todas estas emociones y condiciones son las más frecuentes en un estado de ansiedad”, destacó el experto de la Facultad de Medicina de la UNAM.

A partir de esto, se recomienda llevar un horario establecido para actividades, porque un plan definido permitirá que no se alteren los ciclos, sobre todo el del sueño que, de ser así, perturbará los demás ciclos del organismo.

También es importante comprender que un confinamiento como el que ahora se vive en el país y en el mundo, no es una etapa fácil, por lo que la gran mayoría de las personas, aseguró el especialista, van a tener una reacción emocional —en distintos niveles— ante el encierro, y la reacción dependerá de la manera de cómo respondan ante una situación complicada.

Habrá entonces muchas familias que experimentarán desesperación, estrés, y frustración, impotencia, enojo, muchas veces tienen respuesta desde la agresión y la violencia.

“Es muy importante el manejo de las emociones, saber que, así como vamos a estar tranquilos y contentos, también nos vamos a enojar y desesperar, pero no hay que tomarlo tan a pecho, como decimos coloquialmente, porque tenemos que estar conscientes de que nos encontramos ante una situación extraordinaria que provoca una exaltación de las emociones”.

Pero aun en el confinamiento es posible desarrollar buena salud mental, y esto se logra si se tienen claras cuáles son las demandas y cuáles las limitaciones; si por ejemplo, en una familia es limitado el equipo de cómputo y todos los miembros requieren hacer sus tareas y trabajos ahí, pueden ponerse de acuerdo para priorizar las necesidades; si no es posible, entonces solucionar los problemas de manera realista para impedir generar más agobio y enojo, y evitar así una retroalimentación del estado de tensión en casa.

Durante el aislamiento debe establecerse un estado de negociación y paciencia, aconsejó el doctor Guerrero López. Y con la finalidad de alejar un eventual estado de ansiedad y angustia “debemos pensar en aprovechar el espacio para reflexionar sobre lo que estamos viviendo, disfrutar el tiempo con la familia, tener una convivencia de la que siempre nos quejamos no tenemos por falta de tiempo”.

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